Educación ética para la etapa de infantil y primer ciclo de primaria


SÁNCHEZ ALCÓN, Chema y NAVARRO NAVARRO, Lola
Es de común aceptar , entre el vulgo desinformado, que la educación infantil es falaz, que no sirve mas que para cuidar, entretener y confinar al retoño que en casa está de más. Jugando, cantando, entreteniendo, pasan las horas hasta que las mamas (y algunos papas), modernas ellas por demás, salen de trabajar. Así tendríamos a muchos que cambiarían, la educación infantil por guardería, parvulario desearían, incluso kindergarten que mas chic sería. Incluso si a algunos “profes” (profesionales ellos) de ciclos superiores les preguntáramos sobre el currículo y la programación de educación infantil, algunos se sorprenderían de su existencia, otros dudarían sobre su pertinencia u otros se reirían de la ocurrencia. Las “seños” de Infantil (lo son “ellas” en su mayoría), advierten que la ratio de sus aulas es en muchas casos elevada, que existe un aumento de alumnos extranjeros para lo que no están preparadas, los medios son insuficientes y todo es una mascarada.
La educación infantil constituye una etapa educativa con identidad propia, su currículo debe estar orientado a conseguir un desarrollo integral y armónico de la persona en todos sus ámbitos o planos, y no solo en lo motorizo, corporal o emocional sino también en lo afectivo, social y cognitivo. Desarrollo y aprendizaje como procesos dinámicos tienen lugar como consecuencia de la interacción con el entorno, con un ritmo individual, con un estilo diferente de maduración y aprendizaje, así en esta etapa que donde deberemos poner mayor énfasis en la participación y colaboración entre ellos y las personas de sus entorno, desde la afectividad, desde sus necesidades, desde sus intereses y características personales y sociales y desde, por supuesto, su estilo cognitivo. Surge la pregunta, ¿Deberíamos enseñarles valores éticos a los niños? Y si la respuesta fuera afirmativa, ¿cómo hacerlo? Partimos de la necesidad educativa de utilizar los valores para concretar un modelo de hombre, en si toda propuesta educativa tiene esa necesidad antropológica ya que en base de esa necesidad, de la concepción antropológica deriva toda una manera de asomarse al mundo, en definitiva define un tipo de sociedad, de relaciones sociales, políticas o religiosas.
 El ministerio nos propone todo un currículo oculto de modelo de hombre, con valores implícitos y explícitos. Los centros, sobre todo los privados, proponen una “filosofía de centro”, donde todo proyecto curricular y su transversalidad deben converger en esa “línea educativa”, normalmente doctrinal, dónde la sensibilidad de los educandos y trabajadores esta condicionada, y no pueden operar desde el carácter propio, la línea de centro inmanente tamiza todo su quehacer.
La sociedad plagada de sobre-información o desinformación, por parte de grupos políticos, religiosos y sociales, está también muy sensible a estos temas, dando lugar a grotescas manifestaciones que nada tienen que ver con la necesidad de conocimiento de unos valores éticos para poder convivir en una sociedad. Ante este difícil maremagnun, surgen dos locos, Chema y Lola, que nos proponen unos materiales que pretender hacer pensar a los maestros y los peques y educar a estos últimos en “valores cívicos”. Su lectura, interesante, fácil y pedagógica, defiende ante “Enseñar virtudes valiosas arrojando a los niños fábulas con moraleja y sin posible discusión crítica… son que son una forma clara de adoctrinamiento que no invitan a la reflexión…” utilizar relatos moralmente educativos , abiertos y sin moraleja final pero enmarcados en una búsqueda de valores lo mas universalizablemente posibles”(Chema) Ante los que pretenden una sociedad estática, donde nada cambia y todo permanece, donde la labor educativa y por ende los relatos actúan como facilitadores del ingreso en esa sociedad estática, perpetuadora de los valores dominantes, este método nos propone imaginación, aperturismo, cambio y pensamiento crítico; ante el entendimiento, recuerdo y reproducción de los conocimientos enlatados en conserva, nos propone producción, transformación y construcción de conocimientos del medio y valores que contribuyan a dar sentido a su propia realidad, viva y cambiante y por ende contribuya a mejor entender y aceptar las realidades de los otros.
 La construcción de esos modelos conceptuales, no es tarea fácil, el peque necesita unas destrezas intelectuales y unas habilidades sociales que si no tienen habrá que a la vez fomentar con esos mismos relatos. A partir de los cinco años dice Piaget que el niño empieza a dominar el ambiente en que vive y es capaz de imaginar condiciones de vida distintas de las que le rodean y expresarlo desde su pensamiento intuitivo con fluidez progresiva. Aprovecha sus experiencias y transacciones previas con el medio para elaborar sus representaciones internas, cada vez más complejas. Para el desarrollo cognoscitivo el niño o niña necesita imponer una organización conceptual para dirigir su conducta, no solo para comprender y conocer, sino para plantear, anticipar y escoger.
 Vigotsky nos propone desde su teoría sociocultural, adelantar el nivel de desarrollo a través de la interacción del adulto y de otros compañeros. Nos dice que los procesos psicológicos elementales (como el lenguaje, memoria y atención) y superiores (como el lenguaje escrito) se desarrollan mas dentro de experiencias culturales comunitarias de relación entre seres humanos, dentro de un aprendizaje cooperativo, ya sea dentro del nivel social (interpsicológico) o nivel individual (intrapsicológico). La interacción social sería el motor del desarrollo. Estos relatos pretenden fomentar el dialogo, aprendiendo a pensar en comunidad pensando con los otros, con los iguales y con el adulto. Y que ello le lleve al peque a descubrir los marcos valorativos globales, como la resolución empática de problemas, solidaridad, dialogo, tolerancia y reflexión filosófica sobre el mundo, primero cercano, después próximo y lejano, y como no, facilitar la búsqueda de la felicidad y el amor. El niño o niña estarán involucrados directamente en la investigación y construirán a través de la reflexión y resolución de problemas su propio modelo conceptual evitando el posible adoctrinamiento que generaría el trabajar sobre valores o virtudes concretas. Se ha generado toda una ética para peques.
Sus relatos didácticos son abiertos, narrativos, con referentes universales. La maestra (la seño) los lee, su lectura provoca una lluvia de ideas y sugerencias sobre lo que les ha sugerido el cuento a los peques, posteriormente dialogan sobre las ideas clave ayudados por preguntas, mediante la técnica de clarificación de valores de cara a facilitar el dialogo.Así concretarán el valor. La metodología de Lipman nos aconsejaría escribirlo para sintetizarlo mejor, pero ante la ausencia de escritura se le pide que lo dibujen. Posteriormente en el taller construirán conjuntamente, con sus propias manos el símbolo del valor trabajado. Si el maestro o maestra, no sucumben a la tentación de adoctrinar y deja que nazcan las reflexiones que potencian el pensamiento y los interrogantes sobre su entorno, facilitaran la iniciación de ciudadanos críticos, responsables, creativos y libres.
Dentro de esta libertad, cuando el ya joven, sea capaz de entrar en su interior para analizar el conjunto de conocimientos y experiencias, podrá valorar aquellas que satisfagan su autorrealización, los valores que den sentido a su vida y el modo de vida que se imponga desde la responsabilidad ética y moral construida. Así podrá entrar valorar desde la posible trascendencia religiosa, las instituciones públicas y la política, hasta las propias relaciones interpersonales y sociales. Después de la exposición y demo

stración de Lola en Valencia, me quedé con las ganas de probarlo en una clase real, con una seño real, yo como observador imparcial (esto fue muy fácil, los niños tardaron poco en obviarme, al no intervenir en nada). Al principio fue complicado, los peques que estaban ya acostumbrados a dialogar en su asamblea diaria, todos sentados en el suelo sobre una alfombra formando un circulo; ante la lectura de algún relato buscaban enseguida la moraleja, la moralina levantando la mano para ser el primero o la primera en manifestarlo,… porque antes la pregunta era ¿Qué dice el cuento? y ahora ¿Qué te sugiere? Y ese matiz en principio era difícil. Al final se consiguió, sobre todo a través de ejemplos. Los peques ya no quieren volver a la pregunta anterior y a la seño le gusta el sistema, incluso está adaptando relatos suyos para este nuevo método. Pienso que el sistema puede gustar en general al profesorado, lo difícil será poderla incluir en el currículo de los centros (públicos o privados). 

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