Desde el aire, Bogotá nos recibe con un manto de millones de luciérnagas, como cobertor inmenso de lunas, que cubren el largo verde de las estribaciones de los Andes. El avión se acerca y se sumerge entre las luces, que iluminan hogares, querencias, sueños, desquicios y esperanzas.
Ascuas ancestrales nos renuevan en la visión de los pueblos originarios, la bendición de la Pachamama nos da la bienvenida, dialoga con nosotros, no acoge entre sus fuentes, sus mágicas montañas, sus manantiales de abrazo suave, sus lagos de colores, —de a una tierra que acoge a gente de otra tierra— .
Bogotá —ciudad de ciudades—, de colores y pintadas; Ciudad de ciudad antigua y de largas caminatas; Ciudad de ciudad de oro, de Botero y esmeraldas; Ciudad de ciudad de pobres, de colores vestida, de bailes compartida y de risa contagiada; Ciudad de ciudades en sus muros pintada; Ciudad de un minuto, de un futuro labrada.De nuevo ocurre el milagro, miles de kilómetros nos separan, —da igual—, de nuevo el encuentro de rostros y palabras, de nuevo los recuerdos, abrazos nuevos y viejos, un abrazo continuo de abrazos postergados en el tiempo.
Y también abrazos nuevos.
Llegamos con maletas de experiencias, valijas de ilusiones, sacos de esperanza, venimos a aprenderlo todo, a llenarnos la petaca,… y apara empezar nos preguntan, ¿Tú qué quieres ser cuando seas niño? , para empezar nos desarman.
Viendo así, con ojos de niño, grandes, abiertos y sin maña, vacios de anteriores cargas, nos colocan un encuentro lleno de voces con alma, voces multicolores, experiencias con entraña, proyectos que cambian el mundo y nos mueven a llevarlos, en una maleta grande y repartirlos por España, Europa y el mundo y fuera si hace falta.
Esta vez fue el gran Víctor, en todos las acepciones latinas victor – victoris – victori – victorem – victores – victorum, quien logró con su equipo la Victoria, todos nos llevamos algo de ellos, de sus amabilidad, apoyo, buen hacer, cercanía y cuidado, nos marcaron un gran gol a puerta abierta, fue Víctor nuestro Egan Bernal particular, el maillot amarillo que nos gana. Gracias a ellos otro encuentro será reencuentro.
Todes, todxs volvimos tocados, cada uno hacia su casa.
¡O no!
Luis Alberto Prieto.
Presidente del Centro de Filosofía para Niños (España)