La maestra lo había visto todo. Los llamó a los dos y se los llevó para dentro y, allí, seguramente les riñó. Luego, al entrar en la clase, dijo que sacáramos el cuaderno. Y dijo que escribiéramos la fecha y, como título, «Clase de Tutoría».
Estábamos acalorados. Esto era nuevo. Nunca habíamos tenido clase de tutoría. Algunas veces nos hablada de algunos temas y decía que eso nos lo decía como tutora.
Se quedó mirando a la clase y todos nos quedamos en silencio esperando a ver qué era eso de Clase de Tutoría.
Ella dijo:
− Manolo, cuenta lo que ha pasado.
− Que unos niños se estaban riendo de otro y que éste se enfadó y entonces se engancharon en una pelea−. Manolo lo contó sin dar nombres.
− ¿Nada más? Loli, ¿tú viste algo más?
− Sí. Yo no era de la pelea pero estaba por allí cerca. Vi que no era uno solo. Estaban riéndose de él muchos. Pero cuando ya se pasaron, él la pagó con uno solo.
− ¿Y qué más, Cintia?
− Que también había niñas. Que no eran niños solos.
− Y cuando empezó la pelea, ¿los demás qué hicieron, Luis?
− Los demás los animábamos a pelearse. Yo también. ¿Por qué voy a negarlo? Fuimos todos los que estábamos allí.
− Y lo que hice yo ¿es todo lo que tengo que hacer o falta algo, Sonia?
− Usted, seño, se los llevó a los dos y les habrá reñido. Eso creo yo. Pero a los que se reían primero y a los que luego animaban a la pelea no les ha dicho nada todavía. Yo creo que a lo mejor nos riñe ahora a toda la clase.
− No, no voy a reñir. Este asunto, por esta vez, lo vamos a resolver entre todos de otro modo. A ver, debajo de «Clase de Tutoría» escribid «Mi pregunta:», y vais a intentar cada uno escribir una pregunta sobre este tema que sea tan interesante que los demás quieran responderla pero no puedan. Habrá entonces que discutirla. Con las preguntas de todos y con las respuestas de todos, a ver si se resuelve este asunto sin que yo tenga que reñir. Pensadla bien primero y luego escribid. Pero antes vamos a juntar todas las mesas en el centro de la clase y luego nos sentamos todos alrededor formando un corro. Sin hacer ruido. Para vernos las caras mientras hablamos.
Lo hicimos y nos pusimos a pensar y a escribir en el cuaderno. Luego Silvia levantó la mano y dijo:
− Señorita, yo ya la tengo.
− Bien −dijo la seño−, vete a la pizarra, escribe el número 1, detrás tu pregunta y luego tu nombre. Cuando cada uno termine su pregunta hace lo mismo que Silvia poniéndole el número que corresponda a la pregunta, el 2, el 3, etc.
Cuando tuvimos todas las preguntas en la pizarra, la seño miró a Jorge, que había sido el ofendido, y le pidió que dijera qué pregunta le gustaba más para empezar por ésa. Jorge dijo que la número 7, la de Rafa, su contrincante, que decía «¿Quién tuvo la culpa?»
A la seño le brillaron los ojos. Le notamos eso que se le nota a veces cuando las cosas salen bien y está satisfecha.
− Y, según tú, Jorge, ¿quién tuvo la culpa? −dijo.
− Yo, desde luego, no. Yo estaba comiéndome mi bocadillo y hablando con mi primo cuando empezaron a meterse conmigo.
− Rafa, y tú que has hecho la pregunta, ¿quién piensas que tuvo la culpa?
− La tuvimos todos, señorita. Lo que pasa es que él se enfadó y lo pagó conmigo.
− Y los demás ¿qué tenéis que decir?
Comenzaron varios niños y niñas a hablar a la vez y no se entendía nada. La señorita nos llamó al orden. Cuando todos se habían callado, ella dijo casi en voz baja:
− No podemos hablar todos a la vez cuando estamos muchos. Si queréis que esto salga bien y no tenga que reñir, tenéis que acostumbraros a hablar por turnos. Sal, Tony, a la pizarra y ve anotando a los que levanten la mano. En ese orden se irá luego hablando. No permitiré que nadie interrumpa ni hable sin que yo le haya dado la palabra. Venga, el que quiera hablar, que levante la mano y Tony irá anotando.
Estuvimos hablando así un buen rato hasta que la seño preguntó que por qué no pasábamos a la pregunta de Silvia. Era ésta: ¿Podemos reírnos de los demás? También estuvimos hablando un rato sobre esto hasta que Loli dijo que por qué no hacíamos una regla y todos nos comprometíamos a cumplirla.
− Bien −dijo la seño−. Haremos un reglamento del comportamiento que debemos tener todos. La primera norma será esa. A ver, Loli, dila tú. Luego miraremos en el Reglamento del Centro para ver si contradice o si se parece a alguna norma que haya allí.
− No debemos reírnos de lo demás.
− Bien −dijo otra vez la seño−. ¿Qué mas cosas no debemos hacer a los demás?
− Nada que les moleste: ni pegarle, ni reírse, ni robarle cosas, ni ponerles zancadillas, ni tratarlos mal… −dijo Luis, después de que Tony le diera la palabra.
− Entonces −preguntó la seño−, tenemos que hacer una norma con muchos verbos o bien encontrar una palabra que las englobe a todas. A ver qué se os ocurre para no tener que decir tantas cosas que entran en la norma.
− Podríamos decir que la primera norma de la clase es no molestar a nadie. Con ‘no molestar’ está dicho todo.
− Bueno, habéis conseguido que no tenga que reñir. Habéis descubierto pensando vosotros solos cómo debemos portarnos en un caso como la pelea de hoy. Ahora habrá que cumplir esa norma porque, si no le hacemos caso a las normas que nos ponemos nosotros mismos, de nada sirven. Hoy hemos pensado sobre cómo debemos tratar a los demás. Otro día vamos a tratar de descubrir cómo debemos portarnos con nosotros mismos. He oído decir por ahí alguna vez que a los demás hay que respetarlos, que no se les debe molestar, pero «yo», dicen algunos, «con mi cuerpo puedo hacer lo que quiera». Sobre eso vamos a pensar, sobre cómo debo portarme conmigo misma, cada uno de vosotros consigo mismo. Eso va a ser más difícil. A ver si lográis inventar la segunda norma. Ahora vais a escribir en diez líneas aproximadamente un diario de lo que ha pasado en la clase.
Iba yo por la línea 7 cuando sonó la sirena para salir. El tiempo se me había pasado volando. La seño nos mandó recoger y advirtió que los que no hubieran terminado el diario, que lo terminaran en casa. Esta clase me había gustado. La clase de tutoría mola.
− Seño −dije−, ¿cuándo toca otra clase como ésta?
− Pronto, pronto. De vez en cuando tendremos una clase larga como hoy, pero ratitos de diez o quince minutos podremos dedicar casi todos los días. Por ejemplo, mañana, aprovechando la clase de Conocimiento del Medio, vamos a tratar de la misma manera que hoy cómo mejorar nuestra alimentación para que sea más sana. Otro día trataremos sobre cómo debemos tratarnos hombres y mujeres, chicas y chicos.
− Sí, pero si tenemos que hacer las preguntas, escribirlas y luego responderlas tardaremos más de un cuarto de hora.
− No, porque yo traeré un Plan de Discusión, unas preguntas preparadas. Mira: aquí tengo un Plan de Discusión. Llévate esta fotocopia y lo vas viendo.
− ¿Se lo tengo que devolver?
− No. Lo tengo en el ordenador.
Los demás ya habían salido. La seño se alejó y yo me fui para casa.
Cuando llegué me puse a leer el Plan de Discusión que había guardado en la mochila:
PLAN DE DISCUSIÓN
- ¿Conoces a alguna persona de otra raza o país? ¿Cómo lo tratas?
- ¿Cómo tratas a las chicas (si eres un chico)?
- ¿Cómo tratas a los chicos (si eres una chica)?
- ¿Hay alguien más importante, con más derechos, con más dignidad que tú?
- ¿Tienes tú más dignidad, más derechos que los demás?
- ¿Qué pasa en nuestra sociedad entre los gitanos y los que no lo son? ¿Cómo deben solucionarse los problemas entre estos grupos?
- ¿En qué consisten las diferencias entre las personas?
- ¿Qué diferencias no deben aceptarse?
Inventa una pregunta interesante para discutir, escríbela en la pizarra y establece un diálogo respetuoso con tus compañeros/as sobre tu pregunta y las de los demás.
De pronto, me da el avenate de hacer yo un Plan de Discusión sobre la alimentación para mañana, por si a la seño se le olvida el suyo. Tiene tantas cosas en la cabeza…
PLAN DE DISCUSIÓN
- ¿Qué debemos comer?
- ¿Qué alimentos son muy sanos?
- ¿Qué alimentos sólo debemos comerlos de cuando en cuando?
- ¿Una persona que nunca come fruta ni verduras tiene una alimentación sana?
- Y si se comen muchos dulces, ¿qué sucede?
- ¿Sabes lo que son las grasas? ¿Son buenas? ¿Cuánto se debe comer?
- ¿Qué sabes de la leche? ¿Cuánta debes tomar?/li>
- ¿Qué alimentos o bebidas son nocivas para la salud?
Algunas veces habíamos hecho ejercicios parecidos en nuestro cuaderno, pero sin hablar y sin ponernos en corro. No se habla bien con una persona si le ves el cogote en vez de la cara.
José Ramirez.
Resulta alentador como los propios alumnos y alumnas van adquiriendo protagonismo con este tipo de actividades. Lo considero ahora mismo irrenunciable en mis clases, eso de que sean ellos los que formulen sus propias preguntas. Una de las dificultades con las que me encuentro tiene que ver precisamente con la del respeto del turno de palabra, aprender el valor de la escucha.